Silvio Rodríguez en Voces de América:
Un concierto para una sola voz
Llegué al concierto de Silvio Rodríguez sin ninguna expectativa, así lo hago con cualquiera, aplico un metodo que aprendí por parte de un amigo: evité por casi un mes escuchar los discos o ver los videos del músico en cuestión (en este caso tenía años) y así, de esta manera, llegué dispuesto a la aceptación absoluta, lo que ves es lo que hay, en este caso, lo que oyes es lo que hay. Este metodo está lleno de ventajas, la principal, es que pase lo que pase, todo va a ser mejor de lo que esperaba.
Aún así, cuando vi la lista de canciones en el programa de mano mis expectativas bajaron más, por tres simples razones adolescentes, no estaban incluídas Canción en harapos, En mi calle, y Cuando digo futuro, bueno, dije, mientras no canté la del pinche unicornito azul estamos a mano.
A las 8:30 inició la histórica participación de Silvio Rodríguez, y para mí que no esperaba nada, todo sucedió bien, claro que no era la voz de hace 40 años, ni los mismos arreglos, hombre, que ni Silvio era el mismo, (carajo, los años pasan y lo hacen peor si uno no se cuida) y las canciones tampoco fueron las mismas, lo que a mi me sorprendió fue como esa voz distinta y esos arreglos para el conjunto de cuerdas y vientos que lo acompañó, fueron sacando del ataud de mi memoria una legión de versos que creía muertos, y ahí sí, tuve bastantes razones para emocionarme, para empezar el darme cuenta de que mi alzheimer no era tan grave como pensaba, pero sobre todo, fue descubrir en alguna circunvolución de mi cerebro los recuerdos de aquel muchacho que fui y que prefirió escuchar a Silvio Rodríguez y dejar el rock en tu idioma para después, desde esa perspectiva todo dejó de importarme, y para mi ese concierto comenzó a tener valor. Hasta que cantó el unicorny blue, pero bueno, aquel muchacho que fui era más tolerante y prefirió pensar en otra canción mientras esta se terminaba.
El conjunto de canciones que interpretó esa noche, la mayoría de ellas, adquirieron para mi otro sentido en estas nuevas circunstancias, en esos años que las escuché por primera vez, esta ciudad era un sitio propicio para la libertad y para los sueños de cualquier chamaco de 17 años, ahora, con la ciudad sitiada, mis sueños estan habitados por algo peor que las serpientes, el concierto transcurría y no me puse a pensar ni en discursos, ni en ideologías o sistemas políticos, lo que me calaba hondo era lo adecuadas que eran esas canciones para este momento, me olvidé que este hombre es cubano, que estas canciones fueron escritas en otros años, para otras ciudades y con la intención de apoyar o rechazar otras guerras y no esta, aun así, cada línea para mi caía en su sitio, yo, a diferencia de muchos tengo en mi memoria a un jovenzuelo flaco y de lentes oscuros, puedo decir con certeza -eso no está muerto, no me lo mataron, ni con la distancia ni con el vil soldado- pero por desgracia, hay otros que no pueden decir lo mismo.
Cuando cantó Pequeña seranta diurna, hizo un alto en una frase, la dejo incompleta creo que manera intencional, ... y quiero que me perdonen por este día mis muertos..., dejó fuera la felicidad que acababa de nombrar, insisto, como queriéndonos decir algo. El necio, canción que jamás había escuchado, me gustó bastante, y no porque sea una declaración pro-cuba, sino porque algunas líneas coinciden con las cosas que mis padres han tratado de enseñarme con su ejemplo: la necedad de vivir sin tener precio.
Cuando llegó la tan esperada Ojalá, canción que se dice alguna vez le dedicó (mas no escribió) a Augusto Pinochet, yo le puse la cara de “El Chapo” al dictador, mi pareja la del presidente Calderón, y fue inevitable coincidir en la frase de ...tu viejo gobierno de difuntos y flores.
Para cerrar, La era esta pariendo un corazón... y ese final que parece una lista de instrucciónes para casos de emergencia debo dejar la casa y el sillón... por cualquier hombre del mundo, por cualquier casa, y tan tán se acabó el asunto, algunos dicen que Silvio se portó mal, que fue muy seco, y claro, que no cantó las canciones que debiá cantar, en pocas palabras, todos llegaron con la expectavivas cruzadas, esperando acaso un milagro, un tierno apapacho, un mensaje de esperanza, creo que Silvio se fue por el otro lado, pongánle acción, la guerra es dura, el enemigo está aquí, en ustedes, que esperan demasiado de los otros, no sé.
Algunos dirán que Silvió ha cambiado mucho, que ya no es el mismo de antes, y yo me pregunto quién lo es a estas alturas. Creo que nadie, yo no, y eso no impidió que Silvio le cantara a ese muchacho que aún lo recuerda con bastante cariño en algún pasillo de mi memoria.
cuando te leo, pareciera que es tan fácil escribir... transmites solzimer!
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