Culpable de Nada. Julio Pesina
Fondo Editorial Tierra Adentro 2008
El cuerpo: el efimero cementerio de nuestras cicatrices
Con sólo tres personajes y la relación que tienen con sus propios cuerpos, Julio Pesina ha construído una novela que al igual que un triángulo, puede leerse desde varias perspectivas y ofrecernos una figura distinta cada vez que lo hacemos, siguiendo con aquella regla de que “lo profundo debe esconderse en la superficie”, Pesina explora las manifestaciones físicas ante el deseo, la pérdida o la malformación: Aldo es un metrosexual, Ogla una mujer cuyo amante murió en un accidente de auto y Maria Gloria una enana que ha encontrado en el viejo oficio de la prostitución todo lo que anhela.
Ogla suple el vacío con un consolador metálico de última generación, Aldo no abandona su rutina de ejercicios y su admiración por Mozart, Maria Gloria sólo sabe que nació para dar amor. Los tres tratan de olvidar el pasado por sus propios medios, borrarse la culpa, enterrar el remordimiento. Aldo y María Gloria sí tienen algo en común, su pasado en el mismo pueblo, la misma escuela primaria, el mismo profesor Dix que los dejó marcados, marcas, precisamente eso es lo que menos desea Aldo en su cuerpo, sus cicatrices están en otro lado, ocultas, a la espera de que la memoria de nuevo las haga visibles, nuevamente dolorosas.
En Aldo se cumple la condena de quien rinde culto al cuerpo, la molestia que le causa la imperfección anatómica, termina acumulándose en lo emocional y de la insatisfacción pasa a la imperfección, a esa necesidad de inventarse otro cuerpo a partir de lo poco que tiene, al no poder desprenderse de él, se obliga a reconstruir la ruina en la que nació, su constancia y entrega la dedica a reparar la desvencijada barca que la naturaleza le ha dado.
En cuánto a Ogla, hay otro tipo de rechazo, ella desprecia el cuerpo ajeno, ante la gris experiencia que le dejó su amante: hombre casado que muere junto a “otra” amante, prefiere hacer uso de un artefacto y una fotografía para asegurarse de la lealtad y disposición del ahora sí, único y fiel objeto de su afectos.
De los tres María Gloria, “Mayoya” es la más consciente de lo que posee, la que menos cuerpo tiene de los tres, es la que mayor provecho le ha sacado, su limitación le es ajena, su estatura es algo que perciben los otros, no ella, la niña enana que era humillada frente a todos por el profesor Dix, la nueva alumna que defecó en el patio durante el festival escolar, ahora es una mujer que se sabe dueña de si misma, tiene poco pero le pertenece todo.
La noche y la ciudad serán entonces sitio propicio para los encuentros, Aldo y Mayoya se ven de nuevo en un antro de mala muerte, Ogla un día decide visitar al joven Aldo que vive frente a ella, Aldo siente que Mayoya puede ser todo lo que necesita, Mayoya no piensa igual, al final la lluvia y el destino hará lo único que sabe hacer, acomodar las piezas y guardar en el cajón las más pequeñas.
Culpable de Nada es una historia donde el pasado y el remordimiento van devorando el presente de sus personajes, el entorno en el que se mueven los pondrá de nuevo en la realidad innegable: todos tenemos un cuerpo que envejece, todos perdemos algo de él en cada día que transcurre, algo en él se muere a cada instante, y sin embargo, son las humillaciones que sufre el cuerpo las que se quedan como cicatrices en la profunda y extensa piel de nuestra memoria.
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