Las Caricaturas me hacen llorar. Enrique Serna
Ed. Joaquín Mortiz, 1996.
De los ensayos literarios lo menos que espero es que despierten mi curiosidad, y no que adormezcan mis inquietudes, hasta ahora he corrido con poca suerte, aunque hoy me resulta más sencillo distinguir a un estudiante de literatura de un lector, pues a la hora de escribir el placer de hacerlo se percibe, alguien que se atreve a compartir sus impresiones sobre un autor en vez de las citas de quienes tambien lo han leído siempre obtendrá mi atención.
La reunión de artículos y ensayos que Enrique Serna publicó entre 1987 y 1996 principalmente en el suplemento cultural Sábado, del periódico unomásuno, es uno de esos libros variados pero disparejos que están llenos de sorpresas. Dividido en dos partes, la primera dedicada a la chacota y la crítica de las situaciones sociales, culturales y políticas del país se llama Risas y desvarios, e incluye textos que tratan temas diversos, destaca su Aproximación a Sara García por desarrollar un mito alrededor de otro mito. De ahí en mas, todos son opiniones dispersas, acercamientos a fenomenos sociales tratados con cierto humor que no siempre atina a sus intenciones, la lucha libre, las relaciones públicas, el cine, las fantasías sexuales y algunas vivencias con narcos y productores de cine, son entretenidos y eso es suficiente.
La segunda parte Ruta Crítica es la que se agradece, Serna comparte sus lecturas y algunas opiniones sobre el ambiente literario de México, sobre esto último no hay mucha novedad: canibalismo entre autores, consumismo editorial, arribismo, mediocridad y apetito por la fama, nada que no persista hasta ahora.
Lo que sorprende son sus profundos acercamientos a distintos autores, Manuel Puig, Carlos Olmos, Luis Arturo Ramos, Virgilio Piñera, Patricia Highsmith, un texto donde une a Magritte con Gómez de la Serna, y un breve ensayo titulado Vejamen de la literatura difícil son bastante gratos.
Ya en plan agresivo está una crítica dura como un ladrillo a los dos de Fernando del Paso: Palinuro de México y Noticias del Imperio, y otra dedicado al otro par de ladrillos de Homero Aridjis 1492: Vida y tiempos de Juan Cabezón de Castilla (1985) y Memorias del Nuevo Mundo (1988), sin extenderse demasiado, el consejo queda bastante claro “no seas ñoño, si vas a dar una bofetada con guante blanco, primero llénalo de piedras”, sin embargo sale sobrando un texto bastante flojo dedicado a José Agustín, se justifica el tono porque este fue leído en el homenaje nacional que le hicieron en Saltillo, Coahuila en 1994, abrá que preguntarle porque se atrevió a publicarlo, si es un cebollazo de los que se queja en varios textos del libro, más que una admiración declarada, se nota una crítica contenida por las circunstancias.
La primera parte es la más olvidable, no porque sea mala, sino por su cruel temporalidad, en México parece que el tiempo no existe, y algunos de los temas que trata siguen sin cambiar, y otros, han cambiado tanto que ya le han dado vuelta al ciclo y han iniciado de nuevo, en pocas palabras parece que el libro lo escribieron ayer, salvo por una dolorosa excepción: el narco, ahí si podemos ver la ingenuidad con que se percibía el narco hace unos 25 años, o tal vez lo ingenuo que se ven ahora comparados con los de hoy.
Habrá que insistir entonces en las virtudes del arte, este permanece, el envejecimiento le es ajeno, los textos sobre literatura y sobre todo los dedicados a un autor en específico son donde se encuentra al lector que analiza y disfruta al mismo tiempo, Enrique Serna no se contiene y a la vez es preciso en lo que destaca de cada autor, sus temas, su estilo, su relación con el lenguaje mismo y su tiempo, al presentar cronologicamente la obra de cada uno de ellos, nos facilita las cosas a los lectores adormecidos, nos indica de manera bastante didáctica por donde y como empezar, yo con eso tengo.
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