Sin tetas no hay paraíso. Gustavo Bólivar Moreno
Qintero Editores, 2005
La triste historia de la planísima Catalina y su narrador desalmado
La historia es muy simple, Catalina es una niña pobre de catorce años y sin tetas, y sus vecinas que si tienen tetas son bien putas. Pero no son unas putas cualquieras, ellas son las compañeras nocturnas de los “manes”, los traquetos colombianos, ellos llegan por la tarde en sus camionetas bien bacanas y se las llevan el fin de semana a sus fincas y las regresan bien zarandeadas hasta la madrugada del lunes con trapos nuevos, mercado para sus madres y un billete, eso es precisamente lo que quiere Catalina: llegar la madrugada del lunes con ropa de marca, dinero y algo de mercado para su madre, pero sin ese par de tetas que tanto le agradan a los narcos, eso que tanto añora es imposible y de los manes sólo recibe desprecio “las tiene muy chicas, dígale que se las opere y luego hablamos” eso es lo que le dicen a Yesica, la madrota que regentea adolescentes en el colegio para vendérselas a sus clientes. La historia es entonces de Catalina y su larga travesía de humillaciones y mentiras para obtener ese par de tetas que cumplirán todos sus sueños. Todo esto en la Colombia empobrecida por el narco y la corrupción de la década pasada.
Desgraciadamente el narrador que elige Bólivar Moreno para su novela, es una roca enorme, un higadito duro de tragar, algo así como un Carlos Cuahtemoc Sánchez con varías rayas de cocaina, acelerado y prendido pero para juzgar a todos sus personajes, tan acelerado que en vez de uno, dispara dos adjetivos en cada oración, y si puede se le salen todos como si estuviera pasando por un cruce de anfetas y mota:
No pocos quedaron aterrados al ver al par de esculturas humanas, humilladas, arrastradas y mancilladas a lo largo de la discoteca, por lo que más de un curioso salió disimuladamente al parqueadero de la discoteca con el fin de conocer el desenlace de la escena que no fue otro que el de el par de mujeres subidas a empellones y bofetadas a un par de camionetas lujosas. Cuando Cárdona llegó “El Titi”, Clavijo, y las Ahumada iban lejos.
El autor es guionista de televisión y periodista, y se le ve hábil al armar a sus personajes sin demasiadas complicaciones, los narcos son presuntuosos y violentos, las adolescentes que se prostituyen son frivolas y sin ningún otro talento, Albeiro el novio de Catalina es una versión colombiana de “Pepe el toro” pero este le hace a la serigrafía, doña Hilda, la madre de Catalina es una mujer abandonada que se esfuerza en sacar a sus dos hijos adelante, Byron es el hermano mayor de Catalina, y Yesica es una adolescente frivola y ambiciosa. El escenario es un barrio pobre de Pereira, y poco a poco se va desarrollando un culebrón de miedo: a Catalina la desvirgan y embarazan tres guaruras de un narco, de quienes se vengará después, decide abortar, casi consigue el dinero para su operación pero en eso les cae la DEA y su patrocinador huye del país, Yesica y Catalina se van a buscar suerte en Bogotá, mientras el buen Albeiro no pierde el tiempo:
Ya en la cocina, Albeiro reafirmó su gusto por doña Hilda que esa noche vestía un pantalón blanco ceñido al cuerpo que le hacía resaltar más su digno trasero para una mujer de 38 años. Albeiro, que no dejó de mirarla un instante se cuestionó con dudas sobre su amor por Catalina, pero se justificó pensando que su amor era tan grande que abarcaba las raíces ancestrales de su novia o que, simplemente, su pasión por ella era un cáncer incurable que estaba haciendo metástasis en su madre.
Y sí, Albeiro termina echándose al plato a doña Hilda, mientras a Catalina se la echa al plato un médico cirujano que termina poniéndole el par de implantes podridos, Byron el hermano se hace sicario y las vecinas de Cata ahora si están de simples putas en un centro nocturno. Todo esto contado por este narrador atroz que a media novela decide aparecer sólo para decir una sarta de estupideces:
… pero en aras de un buen entendimiento con ustedes que me han estado leyendo por horas con un tono moral que desespera… no se confundan al escucharme pontificar sobre la moral y los problemas del país con un tono que raya en la santidad y la solemnidad, sólo quiero sus votos. Mi doble moral me permitirá conseguirlos.
Cualquier lector que se respete jamás hubiera llegada hasta ahí (pág, 126), pero como yo no soy de esos y la historia a pesar de su narrador es bastante buena, yo leí la novela hasta el final, sólo para saber en que terminaba todo, y cómo se que algunos no van a leerla, pues les digo que la joven Catalina muere devorada por su sueño.
Por desgracia, ese narrador que Bólivar Moreno insiste en que es un político corrupto, suena como algo peor: un comentarista de televisión tipo Primer Impacto, un Enrique Gratas cualquiera, es más, es como si la novela la hubieran escrito Juan Manuel Martínez y Claudia Hernández, los comentaristas del noticiero matutino de Ciudad Juárez, con una torpeza y un estilo farragosos, contaminado por juicios morales sin sustento, entrometiéndose entre los personajes y su lector, exactamente como lo hacen los “reporteros” de televisión, señalando con el dedo los errores de todos, sin fijarse en lo mal que pronuncian las palabras y las incoherencias que están diciendo.
Hasta ahora no entiendo cuáles fueron las verdaderas intenciones de Gustavo Bolivar Moreno, escribir pensando en llevar a la televisión su novela (cuya versión Colombiana es buenísima y no tiene voz en off), señalar discretamente y con mesura la cruel realidad de las adolescentes pobres de Colombia, el capitular los excesos de los narcos y la prostitución de menores disfrazada de agencias de modelaje, denunciar el cómo entre la miseria se va gestando otro tipo de miseria, o simplemente quiso darnos un buen ejemplo de cómo el narrador que elegimos puede darle en la madre a una excelente historia.
U_U
chale carnal, se me ocurre algo; como nunca leeré un libro de CCS (ni siquiera puedo escribir su nombre completo) deberías hacer una reseña de uno de sus libros... ¿o mejor no? Bueno, gracias por este libro... Tal vez deberías reseñar el libro de Ana Colchero, creo que ese sería mejor
ReplyDeletePues deja ver que encuentro en la biblioteca el fin de semana, aunque tambien estoy desempolvando algunos libros que tengo en casa, ya veremos.
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