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Un Vestido de Domingo. David Sedaris
Mondadori, 2005
El Infierno en Rosa

Qué pasaría si el querido Kevin Arnold de The Wonder Years, en vez de ir tras los huesitos de la bella Winnie Copper, hubiera preferido los de Paul Pfeiffer y aparte de eso sus padres fueran un par de cabroncetes materialistas sin ninguna sensibilidad pero con una visión bastante práctica sobre la vida? Seguramente serían como los cuentos de David Sedaris y jamás los hubieramos visto por televisión.
El título original del libro es Viste a tu familia en corduroy y denim, telas que marcan una epoca y estigmatizan a quienes visten ropas elaboradas con ellas, pero eso es en norteamérica, fuera de allí, todo trapo con forma de algo es bienvenido, y si de algo se puede clasificar a este conjunto de cuentos es de ser norteamericanos en extremo, los dos primeros Ellos y Nosotros donde el personaje contempla a una familia sin televisor y Deja que nieve, una terrible pero divertida postal familiar enviada desde el infierno, son magníficos, tienen esa carga de nostalgia profunda y humor en serio que siempre se agradece, pero los siguientes cuatro El Barco en el charco (lo que nunca tuvimos), Full de príncipes (la primer travesura homosexual), Contemplar las estrellas (si un chico popular me golpea con una piedra yo la guardo) y Monie lo cambia todo (la tía rica que me heredó una alfombra), son díficiles de roer, demasiada fijación en los asuntos materiales y ubicados en una norteamerica superflua y decadente pero desde una perspectiva muy limitada, ya vistos con cierta amabilidad, no son más que un acto de un stand-up comedian bastante deprimentes.
Después de atravesar estos farragosos terrenos que me recuerdan las peores partes de American Psycho de Brett Easton Ellis (esas páginas llenas de marcas de ropa pero sin las marcas) Sedaris toma el mismo rumbo que Woody Allen siguió en Decostruyendo a Harry, y entonces sí uno se desliza por un conjunto de relatos donde utiliza el humor, la ternura y la ironía como instrumentos para realizarle una disección al álbum familiar
A partir de ahí, dos cosas desaparecen, el protagonismo gay y el punto de vista unidireccional del típico norteamericano, cuando Sedaris se incluye en el relato sin hacer alarde de estas dos cosas, y cuando es capaz de ver su homosexualismo desde afuera ya sea a traves de los ojos de sus padres, o de sus hermanos, los relatos fluyen con naturalidad, ahora si norteamérica aparece de nuevo no como un país amable sino como el verdadero desierto inhabitable para la mayoría, la adolescencia dura (sea uno lo que sea) la madurez instantánea, y la familia típica (esta si universal), un montón de cacharros sin relación alguna atado con alambre y reforzado con goma de mascar, un humor ácido pero contenido, y una crítica no sólo hacia su pais y sus habitantes sino hacia él mismo.
David Sedaris muestra bastante ingenio narrativo en cuentos como La chica de al lado, que no es otra cosa que una brillante conversación telefónica con su madre, o en Puto Trabajo, donde él mismo se declara marginado entre los marginados, es decir un homosexual que desconoce los códigos más elementales, Repite conmigo es un cuento mayor, una exploración de los errores cometidos sin querer, pero que permanecen en la memoria de los afectados, mientras la hermana le reclama un sin fin de actos dolorosos, él personaje decide pedir perdón de una manera peculiar. Los demás relatos tambien destacan por su desfachatez y por la precisa descripción de las terribles manías que jamás han abandonado a su familia. La “nuit” de los muertos vivientes, el cuento que cierra el libro es un enorme cliché-homenaje a las cintas de terror, visualmente poderoso y paródico, y tal vez uno de los más divertidos del libro y con el final más incisivo pero tambien más literario, una anécdota que se convierte en una bella y cruel metafora de cómo la noche y el día transforman el uso de nuestros objetos cotidianos.
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Comments

  1. Creo que en esos cuentos que marcas como que "son díficiles de roer, demasiada fijación en los asuntos materiales y ubicados en una norteamerica superflua", es la esencia de todo el libro, tal vez más marcada, pero en sí en todo el libro David Sedaris nos dice soy gringo, soy superfluo (o a veces) como todos lo podemos ser y soy gringo. El libro es divertido y más que eso: es buen libro.

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  2. En el libro sucede una extraña transición que va del "mirenme soy gringo" al momento en que Sedaris se pregunta "pues que chingados están viendo" y entonces comienza a mirarse él mismo, no en una situación de ombliguismo literario, sino un acto profundo de introspeccion, esos cuentos que señalo me parecen parte de esa transición, la parte más dura(sin albur)y pasas de ahí porque sabes que algo mejor está por venir.

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