La triste historia del candido lector y el escritor desalmado… y viceversa (Primera Parte) Como lector me gusta pensar que hay libros que no están hechos para mí, como escritor prefiero creer que hay lectores que no están hechos para mis libros, end of story? Pues no, como lector pienso muchas cosas, los años y los daños me han convertido en alguien que busca el placer de encontrar relámpagos y espejos que los multipliquen, prefiero los libros donde encuentro mis fantasmas y no aquellos que me muestran un cádaver bastante conocido: el escritor que juega o intenta jugar con el lector, considero entonces que si alguien tiene un juguete en la mano ese es el lector, el escritor debió por obligación divertirse mientras escribía el libro, si no lo hizo, ese es su problema, no el mío. Tambien creo que si el escritor no le da al lector algo de que asirse, el libro se le caerá de las manos, por desgracia hay lectores que se obligan a encontrar algo que no existe, estos son los que sufre
El Lugar a Donde Solzimer va Cuando Sueña